Friday, August 05, 2016

El vi(r)aje

En ese período de viajes en bus dónde ponían variadas películas que nunca terminaba, tampoco me importaba realmente sólo quería llegar a mi casa, me encontré viendo antes de comprar un pasaje de avión llevando el monto de dinero en una mochila de mezclilla prestada, la segunda entrega de Goofy o Tribilín para los más puristas. Una escena que me marcó hasta el día de hoy es en la biblioteca cuando debía estudiar para el examen de recuperación en la universidad y demostrarle a su hijo que no había sido una pésima idea el inscribirse también para poder compartir más con él. 
Con el tiempo en contra decide tomar una pastilla tipo anfetamina para rendir mejor con el estudio y eso produce que se pierda en un episodio psicótico breve con toda esa música siniestra y animación de poca calidad coincidiendo que tenía que bajarme del bus. 
Es posible que el encuentro emocional próximo le perturbase y que esa sensación de inseguridad tuviera como medida contrafóbica el mantener una distancia obsesiva la cual racionaliza a través de lo políticamente correcto como la necesidad de espacio-tiempo o matricularse en una universidad no acreditada y competir en los juegos del hambre. Sin embargo la mejora sólo fue notada una vez alterada la vida cotidiana en la articulación de un viaje al momento que todo podía ahogarse en la sangre espesa de heridas narcisistas. 
Nuestro protagonista del material audiovisual aquí comentado nunca más tuvo un papel relevante, por eso prefiero ver a Pato Donald preparando armamento bélico bajo un régimen nazista.

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