Últimamente he estado pensado en realizar algunos actos simbólicos, una extraña serie de algo parecido a exorcismos para ciertos relacionamientos que fueron en su momento, al menos para mí, significativos.
Talvez regresando al inicio podría encontrar respuestas, cosa que en estos tiempos escasean. O simplemente sea que no quiero entender.
Escribir sobre:
Hemicolectomizando con Iron Maiden.
“¿Ya compraste tu entrada para maiden?” le pregunta el doctor motociclista que viaja a ver el Rally al otro doctor con ojos chinitos que usa una pañoleta Adidas para evitar el sudor.
Ligan la mesentérica inferior. Mientras, cantan a coro Run To The Hills. Que además justamente tocaban a esa hora en la radio.
La historia del tipo que nunca se equivocaba, que resultó ser un desorden esquizofrénico.
Todos me fallan, menos mal que me abstuve de ir dónde Pablo-servicio técnico, hubiese sido otra desilusión más en la lista: dónde, o tienen el celular apagado o simplemente ignoran las llamadas. (Nota: al día siguiente fui de todos modos al Eurocentro sabiendo que la historia se repetiría, casi como si fuera algo necesario para alcanzar una tranquilidad espiritual momentánea. En esta ocasión obtuve un valioso “te llamo más tarde” como el del domingo pasado, que obviamente no fue).
Antes de eso en un momento extraño de debilidad engañándome a mi mismo y creyendo bien en el fondo que podría ocurrir algo después de 2 años y con menos de 0,1 % de probabilidad, mandé a un gato al que desconocía totalmente su existencia y rápidamente recibí 3 mensajes informándome lo mismo con horarios distintos a razón de segundos. No sé si valía por 3 aquel felino pero, al día siguiente curiosa y macabramente en el camino usual al metro yacía muerto uno de ellos.
Al día siguiente ya olía raro. Pero ni se comparó al bouquet que permanecía en el aire al menos por 3 metros del señor vagabundo. Mezcla de queso pasado con secreciones varias humanas.
Pasaron 2 días antes que le recogieran. Al gato muerto. No sé si alguien se atrevería a recoger a ese indigente.
Insisto tengo una extraña-ridícula obsesión con el amor (?!). Debe ser en parte por todas esas películas* que me pongo a ver durante los fines de semana que resaltan esos ideales en situaciones tan fantásticas que cada vez se vuelven más falsas y plásticas a medida que nos acercamos esa fecha tan terriblemente menos favorita que para mi solo significa una pantalla, música y cócteles. Para rematar viene inmediatamente después de un viernes 13 (día además que viene con turno de urgencias) aunque esto no es nada nuevo, me parece que ya escribí algo al respecto involucrando a Jason y otras cursilerías.
* En Wimbledon me sentí fuertemente identificado con el protagonista. Talvez sea eso, necesito motivación para jugar el partido. Mi juego cambia radicalmente cuando la (des)encuentro.
Tengo ideas para historias que se me ocurren de repente, y no tengo papel para escribirlas o simplemente --peor aún-- me da flojera hacerlo.
Esto ha sido el resultado de algunas de ellas que he podido revivir al menos de forma parcial, unido a algunos sueños e impresiones en su gran mayoría, frustrantes.
He tenido varios sueños últimamente, algunos con información valiosa pero, al despertar no los recuerdo muy bien y mientras me levanto con desgano, se van desvaneciendo rápidamente.
A veces sueño con cosas que creo que ocurrieron realmente y eso me inquieta. Es como saltarse páginas en un libro y con eso tener conocimiento parcial de los acontecimientos que vienen o al menos, sutilmente intuirlos, con antecedentes que no se suponía que supieras en el momento que están ocurriendo, alterando el sentido de la historia. Queda una extraña sensación.
Me falta Internet.
El silencio, la ambigüedad trascendida por la nada…porque al final es eso, no pasa nada.
Titulo: Últimamente
Últimamente he tenido nostalgia de algunas situaciones que han ocurrido hace poco, es extraño pero, cosas que en el momento no parecían tan trascendentes y ahora…
El sonido del monitor, como una campanita que suena de vez en cuando, y que está encima de la máquina de anestesia en el pabellón durante la cirugía me recuerda a Lost, en los momentos previos antes de ese otro sonido que da inicio al flashback.
Qué pasaría si cuando sonaba la música de Shakira en la radio del pabellón, me hubiese puesto a bailar al son de su ritmo, y contaminara todo el campo y me tirara encima del paciente?
Pensaba que había aprendido.
Cuándo parar. Dejar ir. A veces uno no sabe si hizo lo suficiente o todavía falta. Anteriormente estiré mi chicle a dimensiones insospechadas y en el camino me fui perdiendo a mi mismo. Lo qué realmente era importante para mí. A contentarme con migajas, a llenarme con ilusiones que se perdían rápidamente con la densa realidad que yo mismo estaba permitiendo ocurrir.
Ahora, es dejar ir…
Como esa escena que vi hace mucho tiempo, Sailor Júpiter mirando el atardecer frente al mar y soltando al viento la fotografía del tipo que le destrozó el corazón…congelándose toda la escena en una ilustración.
Eso me recuerda a algo de soltar papeles pero en el metro y en vez de irse fue retornado por el viento al interior del vagón.
Ahh, no puedo creerlo, escribí sobre shojo.
Necesito Internet.
Este escrito ha sido el resultado de varios días, con modificaciones ulteriores y posteriores producidas estirando chicles o clichés en actos simbólicos que intentan regresar al inicio de ciertos relacionamientos que fueron hemicolectomizados al sonido de Iron Maiden por ser desórdenes esquizofrénicos al más puro estilo de algún puto Chanchín Rubio en un contexto de fallos a mi alrededor y no-llamadas a un celular que mantenía a mi lado esperando por respuestas o, mensajes de texto que cuando finalmente llegaban no fueran de propaganda de servicios técnicos con tipejos que baten todo record, sumando viaje tras viajes como si fuera un camino a la paz interior sólo alcanzada por Jasón y su motosierra 24 horas antes del día de San Valentín que para mi sólo ha significado brebajes que me hagan olvidar lo patético de la situación que es caricaturizada por sueños que intento recordar saltando páginas del libro con párrafos escritos desordenadamente que al mismo tiempo conscientemente me niego a ordenar porque no tengo Internet, sólo silencio ambiguo trascendido por el vacío que últimamente pensaba que había aprendido a escuchar como el sonido de la campanita cuando estaba anestesiado justamente antes de viajar a algún extraño flashback dónde con la música de Shakira dejaba la cagá en el pabellón para poder ir a visitar a Chanchín Rubio, todo por no querer dejar ir --de forma shojesca-- esas putas fotografías que llevo en la billetera y así, finalmente todo esto se congele en una sola ilustración.
Talvez regresando al inicio podría encontrar respuestas, cosa que en estos tiempos escasean. O simplemente sea que no quiero entender.
Escribir sobre:
Hemicolectomizando con Iron Maiden.
“¿Ya compraste tu entrada para maiden?” le pregunta el doctor motociclista que viaja a ver el Rally al otro doctor con ojos chinitos que usa una pañoleta Adidas para evitar el sudor.
Ligan la mesentérica inferior. Mientras, cantan a coro Run To The Hills. Que además justamente tocaban a esa hora en la radio.
La historia del tipo que nunca se equivocaba, que resultó ser un desorden esquizofrénico.
Todos me fallan, menos mal que me abstuve de ir dónde Pablo-servicio técnico, hubiese sido otra desilusión más en la lista: dónde, o tienen el celular apagado o simplemente ignoran las llamadas. (Nota: al día siguiente fui de todos modos al Eurocentro sabiendo que la historia se repetiría, casi como si fuera algo necesario para alcanzar una tranquilidad espiritual momentánea. En esta ocasión obtuve un valioso “te llamo más tarde” como el del domingo pasado, que obviamente no fue).
Antes de eso en un momento extraño de debilidad engañándome a mi mismo y creyendo bien en el fondo que podría ocurrir algo después de 2 años y con menos de 0,1 % de probabilidad, mandé a un gato al que desconocía totalmente su existencia y rápidamente recibí 3 mensajes informándome lo mismo con horarios distintos a razón de segundos. No sé si valía por 3 aquel felino pero, al día siguiente curiosa y macabramente en el camino usual al metro yacía muerto uno de ellos.
Al día siguiente ya olía raro. Pero ni se comparó al bouquet que permanecía en el aire al menos por 3 metros del señor vagabundo. Mezcla de queso pasado con secreciones varias humanas.
Pasaron 2 días antes que le recogieran. Al gato muerto. No sé si alguien se atrevería a recoger a ese indigente.
Insisto tengo una extraña-ridícula obsesión con el amor (?!). Debe ser en parte por todas esas películas* que me pongo a ver durante los fines de semana que resaltan esos ideales en situaciones tan fantásticas que cada vez se vuelven más falsas y plásticas a medida que nos acercamos esa fecha tan terriblemente menos favorita que para mi solo significa una pantalla, música y cócteles. Para rematar viene inmediatamente después de un viernes 13 (día además que viene con turno de urgencias) aunque esto no es nada nuevo, me parece que ya escribí algo al respecto involucrando a Jason y otras cursilerías.
* En Wimbledon me sentí fuertemente identificado con el protagonista. Talvez sea eso, necesito motivación para jugar el partido. Mi juego cambia radicalmente cuando la (des)encuentro.
Tengo ideas para historias que se me ocurren de repente, y no tengo papel para escribirlas o simplemente --peor aún-- me da flojera hacerlo.
Esto ha sido el resultado de algunas de ellas que he podido revivir al menos de forma parcial, unido a algunos sueños e impresiones en su gran mayoría, frustrantes.
He tenido varios sueños últimamente, algunos con información valiosa pero, al despertar no los recuerdo muy bien y mientras me levanto con desgano, se van desvaneciendo rápidamente.
A veces sueño con cosas que creo que ocurrieron realmente y eso me inquieta. Es como saltarse páginas en un libro y con eso tener conocimiento parcial de los acontecimientos que vienen o al menos, sutilmente intuirlos, con antecedentes que no se suponía que supieras en el momento que están ocurriendo, alterando el sentido de la historia. Queda una extraña sensación.
Me falta Internet.
El silencio, la ambigüedad trascendida por la nada…porque al final es eso, no pasa nada.
Titulo: Últimamente
Últimamente he tenido nostalgia de algunas situaciones que han ocurrido hace poco, es extraño pero, cosas que en el momento no parecían tan trascendentes y ahora…
El sonido del monitor, como una campanita que suena de vez en cuando, y que está encima de la máquina de anestesia en el pabellón durante la cirugía me recuerda a Lost, en los momentos previos antes de ese otro sonido que da inicio al flashback.
Qué pasaría si cuando sonaba la música de Shakira en la radio del pabellón, me hubiese puesto a bailar al son de su ritmo, y contaminara todo el campo y me tirara encima del paciente?
Pensaba que había aprendido.
Cuándo parar. Dejar ir. A veces uno no sabe si hizo lo suficiente o todavía falta. Anteriormente estiré mi chicle a dimensiones insospechadas y en el camino me fui perdiendo a mi mismo. Lo qué realmente era importante para mí. A contentarme con migajas, a llenarme con ilusiones que se perdían rápidamente con la densa realidad que yo mismo estaba permitiendo ocurrir.
Ahora, es dejar ir…
Como esa escena que vi hace mucho tiempo, Sailor Júpiter mirando el atardecer frente al mar y soltando al viento la fotografía del tipo que le destrozó el corazón…congelándose toda la escena en una ilustración.
Eso me recuerda a algo de soltar papeles pero en el metro y en vez de irse fue retornado por el viento al interior del vagón.
Ahh, no puedo creerlo, escribí sobre shojo.
Necesito Internet.
Este escrito ha sido el resultado de varios días, con modificaciones ulteriores y posteriores producidas estirando chicles o clichés en actos simbólicos que intentan regresar al inicio de ciertos relacionamientos que fueron hemicolectomizados al sonido de Iron Maiden por ser desórdenes esquizofrénicos al más puro estilo de algún puto Chanchín Rubio en un contexto de fallos a mi alrededor y no-llamadas a un celular que mantenía a mi lado esperando por respuestas o, mensajes de texto que cuando finalmente llegaban no fueran de propaganda de servicios técnicos con tipejos que baten todo record, sumando viaje tras viajes como si fuera un camino a la paz interior sólo alcanzada por Jasón y su motosierra 24 horas antes del día de San Valentín que para mi sólo ha significado brebajes que me hagan olvidar lo patético de la situación que es caricaturizada por sueños que intento recordar saltando páginas del libro con párrafos escritos desordenadamente que al mismo tiempo conscientemente me niego a ordenar porque no tengo Internet, sólo silencio ambiguo trascendido por el vacío que últimamente pensaba que había aprendido a escuchar como el sonido de la campanita cuando estaba anestesiado justamente antes de viajar a algún extraño flashback dónde con la música de Shakira dejaba la cagá en el pabellón para poder ir a visitar a Chanchín Rubio, todo por no querer dejar ir --de forma shojesca-- esas putas fotografías que llevo en la billetera y así, finalmente todo esto se congele en una sola ilustración.
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