“Sí…y también de preferencia la oreja donde se encuentra.”
Nuestro protagonista trae una gran bolsa de colostomía plástica expansible a medida que se llena por situaciones condicionadas por dosis de pensamientos incontrolables que se mueven con vida propia penando y preparando un poltergeist de proporciones cósmicas tan crónico como reagudizable podría ser desde una plantación de orquídeas al lado de la industrialización establecida recientemente para obtener aceite de canola parcialmente hidrogenado.
Su gato toma constantemente buses interregionales intentando reproducir (inútilmente) las condiciones que lo llevaron por primera vez a encontrar el camino hacia la montaña.
"Pensamientos descontinuados desaparecen durante el fin de la caminata a la salida de un túnel,
trampas conquistadas cada vez menos inmensas revelando fuertes convicciones
disipando dudas,
fortaleciendo percepciones desde el subconsciente
dónde el análisis sistemático mental es innecesario, es un instante único
porque todo ocurre,
más allá del velo ilusorio de la foto de un momento mirado desde la cima de una montaña al momento del amanecer."
El gato —si pudiera saltarse por tan solo un momento el consenso de una especie— sonríe en paz tranquilo. Abre la mano —garra— soltando ese papel cuyo origen no puede recordar ni tampoco importa ahora; el viento lo lleva lejos mientras contempla la convergencia de las ideas en el mar inmenso durante el atardecer en el muelle Barón.
Nuestro protagonista descansa después de una exhaustiva caminata a lo más recóndito del mundo interior de una psique (felina posiblemente) establecida en el día arquetípico propio de la cavilaciones traídas por una luna menguante vista a través de la ventana bajo la nocturnidad futura compartida.
En este punto el escrito no es nada de lo que tenía en mente pero persiste la sed. Una sed tan grande —capaz de romper una bolsa de colostomía plástica inexpansible por estar completamente llena de percepciones y anhelos condicionados o no— de beber un jugo de pomelo. Deseo truncado brutalmente al momento de disponer la caja y abrir la tapa:
El curioso caso de la caja de jugo de pomelo (comprado en el Líder) que estaba abierta
Al parecer algún simpático individuo al cuál no podremos identificar en esta dimensión hizo una de las suyas. Pero en un universo paralelo, la cosa se torna más oscura. El poltergeist interdimensional cargado por los pensamientos con vida propia comenzaba a manifestarse.
En su último aliento a través de las diferentes líneas temporales fue capaz de levantar el velo de las ilusiones removiendo los obstáculos de la mente. Disipó toda esa energía negativa materializada que hacía parpadear las ampolletas y mover los objetos inanimados usando el orificio de su colostomía.
En unísono con la descarga del w.c desencarnó. Llevándose consigo los fantasmas por las tuberías que desembocan en el mar durante un atardecer que podría ser visto —porqué no— en el mirador de un muelle.
Nuestro protagonista trae una gran bolsa de colostomía plástica expansible a medida que se llena por situaciones condicionadas por dosis de pensamientos incontrolables que se mueven con vida propia penando y preparando un poltergeist de proporciones cósmicas tan crónico como reagudizable podría ser desde una plantación de orquídeas al lado de la industrialización establecida recientemente para obtener aceite de canola parcialmente hidrogenado.
Su gato toma constantemente buses interregionales intentando reproducir (inútilmente) las condiciones que lo llevaron por primera vez a encontrar el camino hacia la montaña.
Saca un papel arrugado de su bolsillo escrito por dos entes distintos…
"Pensamientos descontinuados desaparecen durante el fin de la caminata a la salida de un túnel,
trampas conquistadas cada vez menos inmensas revelando fuertes convicciones
disipando dudas,
fortaleciendo percepciones desde el subconsciente
dónde el análisis sistemático mental es innecesario, es un instante único
porque todo ocurre,
más allá del velo ilusorio de la foto de un momento mirado desde la cima de una montaña al momento del amanecer."
El gato —si pudiera saltarse por tan solo un momento el consenso de una especie— sonríe en paz tranquilo. Abre la mano —garra— soltando ese papel cuyo origen no puede recordar ni tampoco importa ahora; el viento lo lleva lejos mientras contempla la convergencia de las ideas en el mar inmenso durante el atardecer en el muelle Barón.
Nuestro protagonista descansa después de una exhaustiva caminata a lo más recóndito del mundo interior de una psique (felina posiblemente) establecida en el día arquetípico propio de la cavilaciones traídas por una luna menguante vista a través de la ventana bajo la nocturnidad futura compartida.
En este punto el escrito no es nada de lo que tenía en mente pero persiste la sed. Una sed tan grande —capaz de romper una bolsa de colostomía plástica inexpansible por estar completamente llena de percepciones y anhelos condicionados o no— de beber un jugo de pomelo. Deseo truncado brutalmente al momento de disponer la caja y abrir la tapa:
El curioso caso de la caja de jugo de pomelo (comprado en el Líder) que estaba abierta
Al parecer algún simpático individuo al cuál no podremos identificar en esta dimensión hizo una de las suyas. Pero en un universo paralelo, la cosa se torna más oscura. El poltergeist interdimensional cargado por los pensamientos con vida propia comenzaba a manifestarse.
En su último aliento a través de las diferentes líneas temporales fue capaz de levantar el velo de las ilusiones removiendo los obstáculos de la mente. Disipó toda esa energía negativa materializada que hacía parpadear las ampolletas y mover los objetos inanimados usando el orificio de su colostomía.
En unísono con la descarga del w.c desencarnó. Llevándose consigo los fantasmas por las tuberías que desembocan en el mar durante un atardecer que podría ser visto —porqué no— en el mirador de un muelle.
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