Por allá en el colegio en una de las clases de italiano, la signorina pone esa cancioncita con fines docentes: no había que ser demasiado imaginativo ni tener algún tipo de conocimiento previo en el idioma para empezar el weveo.
“Te voglio cullareꜗ”
Todos muertos de la risa.
Y de repente lo que era obvio se hace más que explicito por uno de mis compañeros:
“Te voglio culiare…”
Para la profe esta era la gota que rebalsaba el vaso, el momento de “pay back” o (siendo consecuente porque este es un post sobre italiano de todas formas) de “ripagare” esperado.
“A inspectoría!”
“Pero signo, si dije cullare…” entre risa y no tan risa.
Y la historia termina como en todo protocolo internacional: 31N (la sanción es grave y requiere imaginación al momento de describirla en el libro de clases) y la profesora evaluando seriamente si traer algún otro material audiovisual.
Lo que sucede por no pensar un poco como sus alumnos, alguien podría decir.
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