No sé qué pasa

Uno llega día lunes después del fin de semana y la sala de medicina está toda cambiada con los pacientes para la cagá: todos descompensados, comprometidos de consciencia o infectados (y con antibióticos de amplio espectro altiro).

El mundo de la medicina interna es misterioso

Este último tiempo me he puesto a pensar en cómo se forman familias simbólicas entre los pacientes crónicos con estadía prolongada en las salas comunes. Es interesante como cada uno toma un rol entre los 6 pacientes, comenzando la camaradería, el compartir experiencias o los conflictos.

El mundo de la medicina interna puede ser gracioso

Cuando cae la noche los abuelitos hospitalizados como que se transforman y se desorientan de forma increíble. No queda claro si será el ciclo circadiano o los rayos lunares pero sin duda el delirio comienza a propagarse una cama tras otra.

La abuelita que se zafa de sus contenciones y se levanta y se sale de la sala eludiendo al interno que le hace su ingreso. La otra abuela que a pesar del haldol, diazepanes y algún otro sedante sigue pidiendo ayuda, que la acomoden que le den comida y agüita todo el día y toda la noche sin parar, como si nunca tuviera sueño y que después por la mañana en la entrega de turno los paramédicos expresan su descontento y la abuela se hace la dormida por unos minutos y después sigue el show y la otra abuela que se quería escapar mientras le hacían el ingreso que todavía estaba comprometida de consciencia le grita que está bueno ya, que se calle, pero no pasa nada.

“Ella no se va de alta, fue eliminada por convivencia” y le hago la epicrisis y el carnet de alta y toda la wifa de alta programada para el fin de semana según la evolución clínica para que, cuando uno regresa el lunes la ve todavía ahí pero con oxigeno full dosis y mansapenemicos a la orden del día

y sí más calladita.