Una vez frente a un grupo bastante extenso e incierto de personas, un viejo profesor desgastado por el tiempo y el sistema, alzó una voz. Las miradas se acumularon una tras otra, apilándose en la consciencia de los que ya habían caído. Su lenguaje lejos de ser coloquial tenía matices. Era el gris tan olvidado que daba la bienvenida una vez más al eterno viaje elíptico. Sacó el exceso de polvo de su abrigo, mientras que con un brusco movimiento de cabeza cayeron los últimos cabellos que tenían color y vida. Retiró sus anteojos y su corbata, depositándolos en un asiento cercano. El sonido del reloj nunca había sido tan lento, ni la respiración se había contenido hace tan poco. Caminó hacia adelante con una firmeza interna que transmitía algo pronto a ocurrir. Habían dos salidas. Una estaba ocupada por un hombre corpulento y mirada vacía. Los asistentes a la cátedra suponían que las cosas nunca serían iguales después de los...
Gritos, contusiones y al final una revelación. "Todos cambiamos y los que no lo hacen, cambiamos con los que cambian".
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