Desperté en la isla sin saber cómo había llegado.
Fui a registrarme en el mostrador, me dieron las llaves y caminé por las cabañas. Al entrar vi que faltaban algunas objetos como la televisión. El aseo había sido descuidado. La cama desordenada, las sábanas intuían un despertar reciente. En una pared había un agujero, piedras más abajo parecían heces de alguna rata a primera vista. Serias representaciones del subconsciente.
Al salir era de noche, un cielo estrellado silencioso. La playa tendría que esperar. Quise informar al administrador de las condiciones y no estaba. En realidad no había nadie. En el lugar dónde habíamos ido a cenar hace algunos años estaban construyendo un centro comercial. Algo no calzaba. El entorno natural se alteró. Cerca de la entrada había una conexión con más tiendas, mucha gente y escaleras mecánicas. Me perdí. No era completamente desconocido pero, los caminos y los cerros no permitían el reencuentro. Miré una antena de comunicaciones un poco más lejos. El aeropuerto era el punto de referencia y orientación.
Mi hermano cuenta que habían subido caminando juntos.
Ahora sé, son algunas de mis memorias,
contrastadas con la realidad
en las imperfecciones, las lágrimas forjan caminos
pulsando en mi corteza.
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