Un barco que transporta algo importante. El mar está tranquilo. Es la calma antes de la tormenta que se avecina. Viajan sin luces, en la oscuridad. Sólo una pequeña luz cerca del cofre. No está claro que es. Aún.
Hay 2 guardianes vestidos con túnicas de color claro, llevan símbolos rúnicos y otros diferentes que parecen familiares. Todo está calmado y no se supone que ésto dure mucho tiempo.
Ese cuadro lo pintó mi abuelo. No alcancé a conocerlo. Pero estuvo conmigo por un tiempo cargándome. Hacia arriba y abajo en su regazo.
Pintó ese cuadro para que yo preguntara en algún momento la historia del barco.
Me conté una historia a mi mismo sin saber a dónde viajaría.
Comenzó a tomar forma. Llegué al barco como observador. Al mismo tiempo sin saber porqué intuía que yo sería uno de los que asaltaría la embarcación para robar su importante carga. Era un ave con plumas rojas y de otros colores. Un fénix. Era serio, como el que había visto escondido en el zoológico. Sentía el ir y venir del oleaje en medio del océano.
La tripulación estaba quieta. Las figuras que guardaban con cariño al fénix resultaron ser mis padres. No conocí a mi padre. Pero de alguna manera siento que hay algo de él en mi camino. El fénix resulta ser mi corazón. Eso me emociona. A dónde lo llevarían? Por qué quería robármelo? Creo que en algún momento lo escondí de mi mismo por alguna razón. El mensaje en ese momento estaba ahí. Descubrir dónde dejé mi corazón y encontrarlo. Encontrarme a mi mismo nuevamente. O por primera vez.
Quise saber que pasaría con el barco y la tripulación. Sin embargo en ese instante y lugar a pesar del inminente desenlace, había paz. Era tiempo de volver.
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