Saturday, November 15, 2014

Uno más dos casi siempre son tres


En la nave madre aún no se conocía la determinación del comandante. Habían transcurrido días complejos y la logística era evidente incrementando la incertidumbre de lo que se avecinaba.

Los más jóvenes terminaban los ejercicios de simulación solamente para encontrarse con el desdén de los superiores cuyas órdenes erráticas se diluían.

Una mirada por el espejo de la sala de comando daba cuenta del fraccionamiento irregular de la respiración del cerebro central.

Nadie lo había visto completamente salvo unos pocos ingenieros con rasgos esquizoides.

Eran tiempos difíciles determinados por la aproximación de Gilgamesh.

Teóricamente el tiempo se doblaría en sí mismo por efecto de la gravedad que aumentaba a medida que avanzaban por la ruta propuesta.

Llamadas no realizadas en los últimos ciclos contribuían al escenario actual.

El comodoro fijó nuevas coordenadas en un intento de retomar el dialogo frente al desgaste.

Algo se había modificado en el cerebro central.

Las palpitaciones cambiaron de frecuencia y la sintonización en los aparatos de la torre de control no permitió la correcta interpretación del mensaje.

It begins. Don’t cry.

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