Tuesday, September 22, 2009

Tiempo en

No estaba muy claro de cómo partir este post y como aunar con mediana precisión una serie de ideas y eventos que están ligados por una decisión tomada hace tres meses que determinó un futuro posible. Tal vez lo correcto sería fraccionar a tolerancia en un orden no tan cronológico una serie de impresiones y conceptos obtenidos después de este periodo de tiempo significativo.

Con este preámbulo no tan elaborado, con cierta flojera que intenta ser vencida por las ganas y el optimismo que implica ver cómo se recrean las condiciones de forma inesperada, intentaré comenzar. No seré tan maniático esta vez por lo que no editaré demasiado el texto final para lograr algo si bien no tan estructurado, sí espontáneo a la lectura de quiénes estén leyendo hasta aquí aún.

En el último tiempo, la recta final, he podido definirme con una frecuencia mayor. Soy un tipo pesimista optimista, que generalmente piensa en el peor escenario posible (y a veces hasta imposible) pero que al mismo tiempo quiere creer que las cosas pueden ser diferentes, que el patrón puede modificarse de una vez por todas.

Y fue por eso y otros factores menores que esa mañana decidimos rápidamente, que nos embarcaríamos en la aventura de irse por tres meses a otra ciudad, en un centro de mediana complejidad que sin duda disponía de un ambiente más ameno, tranquilo y amable que lo acostumbrado en el viejo Stgo.

El viaje en bus fue tranquilo considerando el sufrimiento previo provocado por el peso de múltiples bolsas que suplían la función de una maleta-bolso ignorada para el viaje visando practicidad. Todos éramos de esos monitos altiplánicos que tienen muchas bolsitas con semillas y hojas de cocas. Cuando pasé el torniquete boté el triangulo metálico que estaba al lado y sonó al caer bastante metálico solo por el volumen de mi mochila.

Nos encontramos todos los presentes y nos dispusimos a viajar. Una compañera demostrando el pragmatismo sólo llevaba un bolso con ruedas. Notable ante toda expectativa.

(me doy cuenta que sí sigo a este ritmo serán varias páginas)

(leyendo a la rápida no está tan…)

La casa nos acogió inmediatamente, había espacio de sobra y en pocos días --considerando que se cortó el gas y el agua en la primera semana-- ya había internet también…

Si me preguntan dónde empezó realmente la historia, fue en un telepizza, bastante simbólico debo agregar. El inicio de un ciclo que traería un sinnúmero de experiencias, dónde algunos encontrarían en una vertiginosidad insospechada más que churros o calzones rotos.

Otros por primera vez en la historia encontrarían una instancia casi surreal de decisión?

Nos acostumbramos a vernos todos los días y a compartir. Algunos jugaban ping-pong en una mesa traída en base a manipulaciones perpetradas por una mente distorsionada capaz de juntar las piezas como peones en un tablero de ajedrez.

Se preparó sushi, tacos, un asado en que nadie daba un centavo, se llamó a telepizza en algunas ocasiones coincidiendo en la instancia final dónde el círculo se cerraba otra vez.

Comenzaron los turnos, las visitas en el hospital, el servicio, la comida del casino tan variada y al mismo tiempo la papa, en su rol indiscutible, como denominador común.

Otro interno con discordia incluida en una ocasión de desvestimiento compartido y no informado, se encargó de plasmar un poco de todo, desde la experiencia docente asistencial a la vida en la casa-estudio en los siguientes posts, lectura recomendada para entender de mejor manera el fenómeno de Quillota:

A mitad del internado, la sorprendente reunión “administrativa” para informarnos que estábamos borderline. Y yo pensando que la estábamos rompiendo.

En la recta final, dos eventos socioetilicobailables que dieron más vida a la casa e iniciaron el giro de la rueda del destino. Antes de eso, me di cuenta.

Y sin duda el tiempo pasó muy rápido, los turnos, el viajar de regreso en ambulancia para que te esperen en la cama con pizza fría.

La camaradería que se da en la intimidad mientras quieres dormir y adivinas los soundtracks de los videojuegos más significativos de tu infancia.

Partidos de fútbol que trajeron recuerdos de otros tiempos y el reencuentro al mismo tiempo con un presente que se construye día a día.

Tuve a mi disposición un gran actor, versátil en múltiples escenarios que sólo podían encontrarse allá. Las historias elaboradas en los papelitos producto del pensamiento mágico se levantaron y tomaron forma audiovisual.

Otras historias se alzaron en el camino, con sorpresa me mostraron que las condiciones se pueden recrear. Hay que ser críptico hombre, aunque esto en realidad es tema para otro post.

Más lectura recomendada en este link: Quillota

Nunca quedó claro si realmente era una callampa gigante o una papaya…

De despedida uno de los presentes cumplió su parte at the bargain.

Nota: Este post puede ser continuado.

¿Cuál es la sensibilidad del IFI para el ADV?

1 comment:

Paulina Fernández Foucher said...

Me alegra que Quillota haya sido una buena experiencia, en lo personal, es una ciudad que me encanta y no deja de maravillarme.

Mucha pizza y la palta dónde quedó? jaja

Cariños!