Me levanté a las 4.20 am con el transito intestinal acelerado. A la mitad del viaje en el bus, un cólico intestinal no tan intenso me avisaba que algo andaba mal. Me levanté un poco preocupado al baño pero no pude abrir la puerta. Pensé que la habrían cerrado. Volví a sentarme a aguantar con todas mis fuerzas. La desesperación, las ganas, el esfínter anal externo al máximo y yo gritando mentalmente “you shall not pass!” como si fuera Gandalf. Me la ganaba, qué opciones me restaban?! Todavía faltaba viaje, los kilómetros se extendían cada vez más y me quedaba poco tiempo. En este tipo de casos la frase: “deja que fluya” es un mal chiste. De pronto, sentí que abrían la puerta y salía un sujeto con una parka roja. Inmediatamente fui por el pasillo y no podía abrir la puerta hasta que una señora me aconsejó que usara la fuerza. Y no me importó para nada el cartelito que decía “baño sólo para orinar”.
Después unas gotitas me salpicaron la cara, pero no importaba a esas alturas porque podía respirar tranquilo una vez más…
Más tarde tenía 2 Playstations 2 en la mochila. La misión era llevarlos al servicio técnico, el cual estaba cerrado cuando llegué y después de un rato abrió sólo para encontrarme a Ali solitario con su notebook abierto viendo en el youtube una especie de líder talibán. Una extraña escena verdaderamente. Con su español-arábico me dijo que los técnicos llegaban a las 12 así que esperé un rato y nada, entonces me piqué y fue la hora de partir. Toda la tarde con los benditos playstations en mí espalda y cuando viajaba en el metro para almorzar recordé que mi credencial estaba en el otro bolso. Y lo que me impresionó es que vi al técnico de la otra vez trabajando en la tienda de los flaytes clandestinos. Qué pasó con que en el eurocentro habían muchos cocodrilos?! Ahora no sé en que creer.
Un día lunes demasiado frenético.
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