La historia comienza en Algarrobo bastante lejos de Santiagors. Siempre he pensado la suerte que tienen las personas de provincia de no tener que andar metiendo sus narices y por ende el resto del cuerpo en los medios de transporte de la capital.
Así que cerca de la playa me senté después de manejar un rato. Como es casi habitual en mi, me sentía desposeído y vacío. De pronto una pareja. Él le dice a ella con un tono muy particular “washita vamo a la eXcalibur!?” Eso me hizo recordar cuando estaba dando una prueba. El profesor le decía “tu puedes confía en ti” y la compañera decía “no puedo” como nerviosa, quejumbrosa y angustiada y tomándose la cabeza con las manos “es que no puedo” en una escena vigorosamente recordada.
A ratos me sentía como en una película que por suerte nunca vio la luz, que trataba de cristales resplandecientes, viajes en el tiempo, cursilerías y personajes planos y acartonados hechos a la medida de los que estábamos en el electivo de video y ay! de quien se opusiera a la guionista porque una escena simbólicamente macabra ocurriría sazonada con esa voz quejumbrosa. Con todo ese espectáculo, como que daban ganas de ser un Caballero Dark con un tono de ironía al final. Pensando en eso me dirigí a la casa de Amor maduro que estaba nuevamente con una crisis existencial con nombre -esta vez- femenino. Cuando ingresé a su casa lo vi con unos jeans cortos haciendo el aseo de las paredes mientras en su cinturón colgaba un celular esperando expectante una llamada (o varias). En el horno un pastelillo hecho de galletitas finamente molidas que más tarde tendría una deliciosa guarnición de chocolate blanco. Se encontraba como usado y asqueroso, el plumero que utilizaba para la limpieza. Mientras terminaba con aquello me senté a la mesa y sin darme cuenta abrí uno de los cajones: había unas fotos de gatos con la boca abierta y en el dorso un escrito con lápiz de pasta azul hecho por unos mormones que decía “nombre del gato being bad” Más tarde en el colegio esas fotos caerían en las manos de un inescrupuloso individuo que con corrector dibujaría miembros masculinos en la boca de los gatos fotografiados. Me preguntaba que dirían los mormones al ver a sus mascotas en ese tipo de rubro. En el patio de Amor maduro, el perro ladraba desesperado. Se llamaba Shami y decía guau!!! Venia de un linaje de perros hediondos con pelo largo y uno de ellos, el más viejo, tenía un tumor en la zona genital. En el futuro Shami tendría un accidente automovilístico por lo que tendría que ser reconstruido con partes cibernéticas y se volvería un modelo interactivo para ser utilizado en una clase de filosofía del mismo profesor descrito anteriormente sobre el condicionamiento pavloviano. Sin embargo, Shami tuvo unos, en realidad varios, desperfectos que suscitaron varias risas y comentarios “Más mala la weá” ”No, si ya va a ladrar” ”Robo-Shami guau”.
En eso Amor maduro dio un portazo y luego se escuchó un grito del hermano mayor “la puertah!” lo que generó un clima silencioso en los minutos que seguirían. El hermano dígase de paso tenia una fascinación por una serie de videojuegos que además cuentan con serie animada acerca de monstruitos atrapables y totalmente coleccionables. Su favorito era el pokémon rosado que siempre quiso encontrar y tímidamente, sodomizar. Le conté mas tarde a mi amigo sobre la Playa del Padre en Tirua al sur del país; nombre obtenido por una historia del pasado en donde un grupo de mapuches jugaron a la chueca con la cabeza del padre que tenían prisionero o como dice la otra versión menos sangrienta, los mapuches hicieron un partido entre los que lo querían libre y los que querían mantenerlo cautivo. Amor maduro mientras sacudía el polvo como que se hiperexcita un poco ante tal relato y luego de un rato como que se molesta y me dice recordando las experiencias previas “como que me las juntan todas y me las tiran”.
La verdad es que al chico no le faltaba razón.
Así que cerca de la playa me senté después de manejar un rato. Como es casi habitual en mi, me sentía desposeído y vacío. De pronto una pareja. Él le dice a ella con un tono muy particular “washita vamo a la eXcalibur!?” Eso me hizo recordar cuando estaba dando una prueba. El profesor le decía “tu puedes confía en ti” y la compañera decía “no puedo” como nerviosa, quejumbrosa y angustiada y tomándose la cabeza con las manos “es que no puedo” en una escena vigorosamente recordada.
A ratos me sentía como en una película que por suerte nunca vio la luz, que trataba de cristales resplandecientes, viajes en el tiempo, cursilerías y personajes planos y acartonados hechos a la medida de los que estábamos en el electivo de video y ay! de quien se opusiera a la guionista porque una escena simbólicamente macabra ocurriría sazonada con esa voz quejumbrosa. Con todo ese espectáculo, como que daban ganas de ser un Caballero Dark con un tono de ironía al final. Pensando en eso me dirigí a la casa de Amor maduro que estaba nuevamente con una crisis existencial con nombre -esta vez- femenino. Cuando ingresé a su casa lo vi con unos jeans cortos haciendo el aseo de las paredes mientras en su cinturón colgaba un celular esperando expectante una llamada (o varias). En el horno un pastelillo hecho de galletitas finamente molidas que más tarde tendría una deliciosa guarnición de chocolate blanco. Se encontraba como usado y asqueroso, el plumero que utilizaba para la limpieza. Mientras terminaba con aquello me senté a la mesa y sin darme cuenta abrí uno de los cajones: había unas fotos de gatos con la boca abierta y en el dorso un escrito con lápiz de pasta azul hecho por unos mormones que decía “nombre del gato being bad” Más tarde en el colegio esas fotos caerían en las manos de un inescrupuloso individuo que con corrector dibujaría miembros masculinos en la boca de los gatos fotografiados. Me preguntaba que dirían los mormones al ver a sus mascotas en ese tipo de rubro. En el patio de Amor maduro, el perro ladraba desesperado. Se llamaba Shami y decía guau!!! Venia de un linaje de perros hediondos con pelo largo y uno de ellos, el más viejo, tenía un tumor en la zona genital. En el futuro Shami tendría un accidente automovilístico por lo que tendría que ser reconstruido con partes cibernéticas y se volvería un modelo interactivo para ser utilizado en una clase de filosofía del mismo profesor descrito anteriormente sobre el condicionamiento pavloviano. Sin embargo, Shami tuvo unos, en realidad varios, desperfectos que suscitaron varias risas y comentarios “Más mala la weá” ”No, si ya va a ladrar” ”Robo-Shami guau”.
En eso Amor maduro dio un portazo y luego se escuchó un grito del hermano mayor “la puertah!” lo que generó un clima silencioso en los minutos que seguirían. El hermano dígase de paso tenia una fascinación por una serie de videojuegos que además cuentan con serie animada acerca de monstruitos atrapables y totalmente coleccionables. Su favorito era el pokémon rosado que siempre quiso encontrar y tímidamente, sodomizar. Le conté mas tarde a mi amigo sobre la Playa del Padre en Tirua al sur del país; nombre obtenido por una historia del pasado en donde un grupo de mapuches jugaron a la chueca con la cabeza del padre que tenían prisionero o como dice la otra versión menos sangrienta, los mapuches hicieron un partido entre los que lo querían libre y los que querían mantenerlo cautivo. Amor maduro mientras sacudía el polvo como que se hiperexcita un poco ante tal relato y luego de un rato como que se molesta y me dice recordando las experiencias previas “como que me las juntan todas y me las tiran”.
La verdad es que al chico no le faltaba razón.
4 comments:
Tonto weon deja de escribir tanta wea junta
Vaya vaya...
Andarilho!
Parece que alguien no está felíz con tu escrita...pero igual te leen.
Quien no es felíz, siempre tira "w" para los otros...extraño, né?!
Yo, adoro texto trasgresores, enigmaticos y originales.
Es esa diversidad que me encanta de la vida, nadie igual a los otros y todos caminando en respeto a las diferencias.
Saudades!
vaya, vaya...
-lo peor, es que no era solamente el alemán quien lo usa! he escuchado muchas versiones, quizás un tanto menos quejumbrosas y patéticas-
el pobre shami ya quizás esta en silla de ruedas. tu sabes, el tiempo es implacable, para TODOS.
y del resto nunca supe más y la historia se cortó, o no? porque algunos vienen y van, porque otros se van y no vuelven más.
Saludos;
Carolina.-
PD.- son 4, contándote a ti.
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