En un cuarto oscuro, tratando de emular a un escritor que va al café de la esquina para tomar taza tras taza de un mal té y de esa forma avanzar en su libro validando de esa forma una frase que dice que la voluntad es esperanza o algo así, nos encontramos en un “dagadá” que gira y dobla la voluntad y cuellos de más de alguno de los presentes (con música techno) y que al mismo tiempo nos desagrada como el Word que sigue molestando con sus correcciones automáticas de palabras, acción que en el momento pasa desapercibida como varias otras cosas en mi vida. Por otro lado pasaste por el local para evitar hacer por ti mismo algo trascendental y gatillado por la opinión de ciertos individuos y de uno en particular que a veces logra desagradar de forma más desagradable de lo que uno pensaría casi tanto como un pedo-caca. Ahora lejos de unos y más cerca de si mismo, sientes la picazón en el dorso de tu tronco y escribes la frase con duda de la ambigüedad que puede suscitar consciente al mismo tiempo de que el escrito es para menguar un ego herido y solitario y que hay un límite para las auto-correcciones enfermizas. La consola fue arreglada y funcionó no a la primera, pero sí después de un golpe seco, y que con el pasar del tiempo fueron aumentando en frecuencia y de pequeños golpes pasaron a caricias frustradas que culminaron con la despedida que coincidió con la aparición de chispas en la parte posterior que no pude ver por mi mismo, y sí mi hermano con sus pupilas dilatas. Ni siquiera se prende en este momento. Antes al menos podía ver Dvds. Adiós a la
jogantina, ahora sólo me resta algún rom en algún emulador en algún computador que me acompaña siempre en estos escritos (no siempre nocturnos).
Acabo de romper un plato en la cocina de la manera más idiota (aunque no creo que exista una manera inteligente, de todas formas acepto sugerencias) y si hago memoria no me había sucedido antes y eran de los que se ganaban con estampillas. Se prende la luz y ni se inmuta, no tiene miedo, luchan por el mismo nicho ecologico dice la voz del profesor que se parecía a Felo y que no tenía idea de quien era Felo cuando decían eso aunque manejo el concepto: era una
Scytodes Globula.
Encontré -bueno hace tiempo que sabía de su existencia, así que lo correcto es que redescubrí el blog de uno de mis escritores favoritos (como si conociera taaantos). Uno que empezó escribiendo comics y blabla…
Ojalá un día tenga yo un blog de ese estilo con tamaño feed back: lectores asiduos inquietos, adictos, curiosos, preguntando miles de cosas y esperando mis creaciones. Pues empieza a comer.
Veo la hora y es como tarde, estos días han transcurrido entre botar, pintar, arrendar y también en dejar que corten y arreglen a cambio de monsieur dinero.
Veo la ciudad de legos, con las construcciones realizadas en el piso de la pieza y que dejo ahí molestando el paso para hacer presente la infancia perdida y al mismo tiempo otra que se fue a regiones más tropicales. El libro que estaba guardado en el cajón del patio no era otro que el
Menino Maluquinho y que aunque
o tempo era um amigão, al final él tambien creció y
virou um cara legal y entonces que todos entendieron que el no había sido un niño loco… él había sido un niño feliz.
Perritan en la granja.
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