Friday, March 14, 2008

Chocolate

Los últimos días de las vacaciones harían que la historia llegara a su fin. Era el momento de dejar la arena y el mar para regresar al cariño de la gente en la capital y una vez más abrazar el calor humano del metro y sucedáneos. Todo esto me hacía sentir casi como si me deslizara por un cable con unas cuerdas atadas a las muñecas para lograr cruzar un estero en un paseo de curso de fin de año y cuando estuviera a punto de conquistar tamaña prueba, se acabara el impulso y quedara en medio del camino colgando en altura, con todos mis compañeros observando, y que un viejecillo para ayudarme llegara con un palo de 2 metros para golpearme el poto y de esa forma hacerme avanzar. “Usa la magia” gritó alguien. Por suerte todo salió como debía salir o la caída hubiera sido interesante. Más tarde era el momento de la foto grupal. Todos estaban en sus posiciones y con sus mejores caras, pero algo ocurrió: unas manos misteriosas tocaron algo que no debían –al menos en ese momento- y quedó la excreción fecal con nuestro querido Inspector dándoselas de detective. “Quiero ver las fotos cuando las reveles” Como si justo se hubiera captado el momento. De todas formas el misterio prevalece. Porque es el misterio el que mantiene el interés en las historias; recordamos los misterios, no las explicaciones.
Habían llegado los juegos del estero y como podría ser un verdadero verano sin subirse en alguno de ellos. Pero antes nada mejor que comprar churros españoles rellenos con manjar. Era el juego de las naves giratorias: primero hubo un fino aperitivo de lanzamiento de escupo mientras giraban una y otra vez en su eje. Mirando desde lejos vi todo el proceso facial y respuesta simpática adrenérgica. Al principio se reía, después no se reía tanto, luego estaba serio y en los segundos siguientes estaba pálido. El desenlace era obvio. “Vomitó! Vomitó!” gritaba con una vocecita aguda otro sujeto. En esos tiempos el ritmo Axé estaba de moda y la canción quedó así: “Tá vomitado, Tá tudo vomitado” Como tuvo que utilizar su mano para hacer que los fluidos regurgitados no alcanzaran a su acompañante, no hubo otra solución que prestarle ropa. Al día siguiente desde el electivo era el momento de tomar desayuno con papas fritas con salsa golf y leche con milo. De pronto, desde la cocina, como que aparece y le baila con mantequilla en los pies. El mismo individuo había estado con los ojos rojos en el semáforo vomitando unas horas antes de entrar a clases. Al menos tenía un ángel de la guarda que habría nacido una tarde de bicicleta y rampas de tierra. Al realizar el salto se impactó en el suelo con su clavícula derecha lo que la fracturó y le otorgó alas. El único problema era el fuerte aroma axilo-pelviano proveniente de su coraza blanca.
Antes de dejar el lugar hicimos un banquete. Todos como que esperaban que el anfitrión dijera alguna cosa. Cuando llegó en el globo volador lo único que dijo fue “Greetings”.
“Y no me invitaron?” “No wn, no te invitamos” preguntaba el sujeto proveniente de tierras medias germanas que venía en busca de nuevos caminos de amigos. Cuando estaba en su pieza tocaron el timbre “Alguien dijo diversión?” e ingresaron para dejar el desorden máximo y aprovechando el viaje le tomaron algunas fotos en paños menores. Argh!
A la mañana siguiente en el desayuno el mismo sujeto comía rosquillas como desesperado y hasta las migas que caían en la mesa las juntaba con sus dedos húmedos con saliva. Un poco más y hubiera pasado la lengua. “Sargento y Coronel” decía con una voz entre proxeneta y pseudohermafroditismo. Teníamos que tomar el tren al jardín botánico y me dijo en esa ocasión “Qué coincidencia!, adivina que desayuné hoy” “Eeh…a ver…quesillo?” “No queso!” Realmente una gran coincidencia…pero en su mundo.
Nos bajamos antes -en El belloto- para un evento social de suma importancia. La fiesta de gala iba de lo mejor hasta que en un momento fatídico se escuchó “Usted se calla” y todos como que quedaron sorprendidos y un clima tenso se apoderó de la escena. Los invitados salieron corriendo entre los matorrales en la oscuridad de la noche. Los perros tenían hambre y no habían sido vacunados. Había poca visibilidad y era fácil pisar bostas de caballo. Antes que empezara una memorable guerra con las bostas siendo usadas como municiones, la escena recordaba algo. Alguien dijo “Han visto misterios sin resolver?”. Una pareja temió por su integridad y sin notarlo cayó en una fosa llena de sorpresas. “Oh, desaparecieron!”. Eventualmente se reunirían con el gato Pancho que aún supuraba febril, el gato Nero que estaba maléficamente poseído y quien sabe que otro animal más los seguiría.
Las vacaciones llegaban a su fin y era como una citación a una charla vocacional sobre Internet y otras tonteras. Podrían asistir solo 3 personas por establecimiento. Sin embargo por aparentes errores en la interpretación de la invitación algo pasó y mandaron a casi todo el curso -23 wnes- a presentarse al lugar/instituto y además, como guinda de la torta ya habían arribado alumnos del curso superior. Después de la vergüenza inicial, nos avisaron vía telefónica que Johnny Flower venía en camino en su automóvil pero nadie pescó y nos retiramos. Pasamos casi todo el día en Viña y con baño incluido en la playa (y en calzoncillos). Era el corolario de un viaje que acababa.

1 comment:

Kurukulla said...

JÀ!... JAJAJAJA... JÁ!

Y lo peor es que parece que casi todo es real...

Me podrias contratar en el grupo de los diseñistas, ya que tú como roteristas vas lejos...

Abraços saudosos!