Saturday, May 02, 2009

Entonces blábláblá y

llega el Exilio,

Empecé a perderme dejando de hacer, el río diverge y vuelve a unirse en el océano sin fin donde en las profundidades desconocidas excepto en leyendas primigenias alberga formas de vida imposibles de concebir en esta era de supremo superficial conocimiento.

Lo que estaba a punto de develar era otra cosa. En uno de los viajes al sur me aventuré por un pequeño camino que llevaba uno de los tantos bosques que rodeaban al pueblo. El aire era puro un poco frío pero agradable y el sol acompañaba la caminata. Bajé hasta que no podía ver más el sol. Sentí en un par de ocasiones que alguien llamaba pero no le tomé demasiada importancia, al final el silencio prevalecía.

5 años viajando en bus

Empecé a quedarme dormido y recordé un compañero que hablaba de los electrones que se comportaban como la gente tomando asiento en la micro, primero los asientos vacíos sin compartir…como los niveles de energía.

En la parcela de aquel compañero, caminando por el gran espacio con pasto en la noche haciendo llamada torpe. Compartir un instante.

Caminar por la noche tiene una mística difícil de explicar. Sueño.

En el cual había manjar y me preguntaba si podía llamarme para saber cómo me encontraba. Me ponía a pensar en el sueño. O soñaba que estaba pensando.

Cuando a las 4 am el temblor me despertó con la dosis exacta de vigilia y consciencia para ver si la cosa era más seria y si no, volver a dormir, y fue esto último.

En la mañana, lejano sentí el teléfono y me alejaba más.

Mis pensamientos llevaban mi mente por parajes poligonales verdes.

Un gato saltó a la ventana cerrada y pude ver la silueta felina a través de la cortina junto con el sol de la mañana de otoño que emite cada vez menos calor.

Pan integral alemán, desconocido para muchos que sólo he podido encontrar en el súper de El Belloto. Coincido con muchos productos germanos, el gusto por los pickles, pepinillos, el musli y otros.

Caminar por la noche activa la memoria.

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