Thursday, October 30, 2008

Algunas palabras

Hace algún tiempo que tenía ganas de escribir algo sobre olores y memoria y talvez, tangencialmente tocar algo de la terrible disputa entre mujeres y la sed de poder milenaria que viene desde tiempos lejanos cuando el matriarcado estaba totalmente establecido. Posiblemente coronar la idea con el tema de las Madres Vestales, siguiendo el texto del pediatra francés Aldo Naouri, y la evolución desde una sociedad de penuria pasando a una de abundancia y finalmente a la de consumo en dónde nos encontramos ahora.

No había completamente decidido si el texto iba a ser en prosa o en verso, este último, utilizado bastante aunque sin suerte en cuanto a métrica y rimas por lo que no me convenció la opción. Ahora tampoco estaba claro si sería algo así como un cuento que mezclara el cotidiano con algunas ideas locas que hubiesen aparecido mientras caminaba y, como siempre algo extraño que sirviera de puente para el encuentro de los conceptos que buscaba escribir.

Otro punto era que justamente me encontraba ante el post número 31 en el mes 10 y con toda la implicancia que podría significar en una bizarra mente todo esto conllevaba a una serie de conclusiones o más bien, a un proceso para llegar a una que trajera algo de alegría al momento de leer la serie en su gestación.

Una vez más escribía al menos 3 pequeños párrafos sin todavía decidir un título. No quería repetir la fórmula de poner el número y luego una no tan críptica descripción entre comillas y en ingles a pesar de que esta vez todo coincidía o podría hacerlo coincidir o al menos encontrarle un sentido semicoherente.

Finalmente se me ocurrió escribir sobre el proceso de cómo iba a hacerlo, algo así como un “Making-of” (como dicen algunos anglosajones) de algo que todavía no estaba escrito y que se producía al momento de su lectura y juntando algunas experiencias e ideas sobre los olores como el de la tierra de la vereda recién manguereada por la mañana o la tarde, el aroma de las tiendas de calcetas y calcetines, el de palo santo en la calle, el del plástico que usan para cubrir del sol las mesas y sillas de alguno locales que me recuerda al de las piscinas y talvez el aroma que aún no conozco pero que me dirá que todo esta bien.

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