Llegó al sitio acordado para la cita.
Para variar un poco, llegó al sitio acordado para la cita unos minutos antes y, la espera en el sitio acordado para la cita al que llegó unos minutos antes se hizo más larga de lo normal. De a poco algunos prospectos comenzaron a aparecer:
Unos eran indudablemente peligrosos.
Otros pedían que se manifestara un poltergeist.
Incluso había algunas (aunque eran las menos) que daban esperanza.
Su estomago reclamaba, chillaba y amenazaba con irse.
En algunas ocasiones se vio a si mismo pidiendo que no llegara al sitio acordado para la cita al cual llegó unos minutos antes y que hizo que la espera fuera más larga de lo normal.
De pronto subiendo las escaleras, algo o alguien, semi-encorvado mirando nerviosamente o talvez furtivamente se acercaba y, al saludarla tenía como los ojos llorosos.
La espera había sido larga en el sitio acordado para la cita, al cual llegó unos 15 minutos tarde como es típico en el género. Entonces con cierta duda fue a hablarle.
Para el otro lado fue una coincidencia insospechada.
Simplemente estaba sentado para variar molesto o triste. Miraba el paisaje y a la gente pasar. No había estado esperando en ningún lugar acordado para ninguna cita ni había llegado antes o tarde. Ni siquiera estaba esperando.
Como la espera había sido larga en el sitio acordado para la cita, al cual había llegado unos 15 minutos tarde, ella fue a hablarle con cierta duda.
Él la miro sin verla realmente y mucho menos sin darse cuenta que se le acercaba. Empezó a hablarle a una velocidad difícil de seguir y a lanzarle un montón de preguntas. Un poco atontado fue respondiendo sin negar nada demasiado comprometedor.
Ella le atribuía un pasado virtual que no le pertenecía pero, por las eventualidades de los caminos, el ser un vegetal por casi una hora en un sitio no acordado para ninguna cita, al menos para él, y el clima de la tarde cargado de largas esperas, se habían confabulado sin ningún aviso para otorgarle una oportunidad que era producto del esfuerzo de otro infeliz individuo que cuando estaba frente a una pantalla tecleaba como un verdadero galán.
Ese día todo le había resultado mal.
El perro le mordió el pantalón como retribución por pisar sus heces. Después de cambiarse apuradamente, derramó un vaso de café en su chaqueta y tuvo que volver a elegir entre un restringido catalogo de ropa que le hiciese ver bien o al menos, un poco más parte de la sociedad y claro, intentó varios estilos de peinados en una cabellera poco solidaria a la apariencia personal y rebelde además, al agua, gel y peines.
La ley de la atracción para él no fue más cierta ese día porque ya estaba acabando.
Corrió mirando su reloj cada 15 segundos y eso, le hizo sudar bastante. Compró unas flores que luego de ver otras 15 veces el reloj (y de haber sido estafado por el florista) se aplastaron al cerrarse las puertas de la sobrecargada micro en que viajaba cuando intentó bajarse 3 paraderos más adelante del que necesitaba.
Llegó finalmente al sitio acordado para la cita unos 30 minutos tarde, sólo para ver que su cita de meses de preparación, mails y conversas virtuales hasta la madrugada, sin contar todas sus ilusiones, se iba acompañada por un desconocido que sólo estaba en el momento adecuado a la hora adecuada en un sitio acordado para una cita en la cual no tenía participación. Ni siquiera conocimiento.
(Y que además fue lo insuficientemente rápido y lo suficientemente vivo, para darse cuenta de la situación y luego aprovecharla, respectivamente.)
Fin.
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