Relatividad. En el 2002 viajamos en el electivo de video --un ramo creado en el contexto de la reforma educacional aplicada con vehemencia en mi colegio-- a Santiago, a una exposición de ciertas películas nacionales. Fue un viaje interesante. Si bien estuvimos poco en la Estación Mapocho, tuvimos interesantes experiencias gastrónomicas en el mercado central que esta a unos pasos de allí. Pero antes, el evento que marcaría la tónica de este viaje: en Villa Alemana, un tal de Mister Barato, un chofer traído gracias a los contactos de cierta compañera nos plantearía un pequeño inconveniente. En su bus escolar sólo podía transportar 7 personas por problemas de fiscalización de tránsito interurbano y éramos 9 o un número parecido. “Y además él vale por 2”, respondió sin inmutarse a nuestra docente, refiriéndose a un compañero que actualmente ya no vale por 2. La magia de la cirugía gástrica. “Qué está diciendo? soy la mamá”, rebatió con un marcado y notable toque de molestia la progenitora, que por coincidencia se encontraba pasando por ahí. Cuento corto finalmente viajamos en la empresa que en un futuro me llevaría por todos estos años siguientes. Relatividad. Después, llegamos y tomamos el metro que en ese tiempo aún era como nuevo para mí cada vez que pisaba Santiago con ese sonido clásico de rieles y freno. Y de ahí mi relato salta de la expo en la estación mapocho al almuerzo en una “picá” que en realidad no era tal. “Sólo caminé hacia allá porque uds me seguían”, nos dijo el pseudoguía (que no conocía la región de allá) y que era el mismo que valía por 2 hace un momento atrás.
(A medida que escribía este post fue casi inevitable para mí cuestionarme una o dos cosas: primero, estoy escribiendo un poco mucho sobre acontecimientos pasados. Podría parecer que no pasa nada actualmente. Segundo, son mis hijos escritos engendrados en observaciones, sueños y caminos. O son mis asquerosos peos que intento plasmar en palabras antes que el olor desaparezca. Sin embargo, continúo escribiendo, el silencio todavía está lejos...)
Cuando vimos la carta y los precios (que estaban un poco lejos de presupuesto) quisimos escapar rápidamente, pero el dueño del lugar con acento trasandino nos atajó en el acto y nos hizo una oferta que no se pudo rechazar (casi como el Padrino). Merluza con puré o papas fritas? No recuerdo bien, pero era algo así y era comestible. Al Pata le mezclaron su Sour con aceite y no lo notó. Luego un paseo por el parque cerca de fantasilandia y de regreso la guinda de la torta: hay que considerar que dos o tres compañeros cayeron enfermos la semana siguiente post evento. Pero no piensen en ETS. Lo que pasó es que un bus viajando de noche con las luces apagadas y un grupete de jóvenes escolares de la Scuola es una combinación interesante o es una fórmula de w$%o. Comenzó un pequeño combate. Las armas eran dedos ágiles y glándulas salivales expectantes. Nadie estaba a salvo. Había gente que intentaba dormir y nosotros en plena batalla. La profe sólo miraba (era simpático salir con ella; dónde sea que esté ahora le deseo lo mejor). Además había un testigo: un tipo o caballero que gozaba mucho viendo el espectáculo que proporcionábamos. El anticlímax fue esa noche al bajarme del bus con la cara tiesa por la baba. Relatividad. Quien hubiera dicho que años más tarde volvería a pasar por esos lugares en varias ocasiones ahora estudiando lo que elegí. En esa época jamás se me hubiera ocurrido que iría a estudiar a Santiago. Así son los caminos. Misteriosos y llenos de intersecciones. Y las historias tocándose casi tangencialmente casi imperceptible unas a otras. It´s all conected, isn´t it?
Sunday, July 27, 2008
De lo Barato al Sour y Parotidas
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