Se suponía que no iba a escribir este post. Pero el aroma de un antiguo perfume mío me hizo recordar. Todavía, queda en la botella que perdió el resorte. Lo mismo acontece cuando a veces voy viajando en el metro y de alguna forma se filtra un olor en particular. O al menos mi corteza lo interpreta como aquel o símil. Y lo que hace es transportarme específicamente a un cuarto que tenía olor a dulces, pero no a cualquier dulce, a dulces más caros probablemente importados y con nombres derivados de verbos en inglés que no tienen traducción al español o al hacerlo se pierde la espontaneidad. (Al menos una botella de vino me acompaña mientras escribo). Podría seguir toda la noche hablando de cómo los olores nos hacen recordar (si mis cálculos son correctos esto sólo se publicará [revisará] esto, en la mañana).
De repente recuerdo el sueño de la noche anterior. Estaba en Villa Alemana. Y de alguna forma había sido remodelada, con la construcción de lugares de encuentro, como una plataforma amplia de tablas de madera sobre el estero, era grato caminar sobre ella. Se podía correr y jugar. Una niña boteaba su pelota naranja. Luego, al caminar un poco más, una especie de plaza de pulgas muy larga y un poco estrecha, con muchos locales que vendían un sin fin de cosas interesantes. Ahí estaban los candados, y me acordé de que quería comprar uno con clave. Sin embargo estaba un poco caro, pero no importaba me gustaba ver que la ciudad estaba siendo mejorada. Olores que hacen recordar cosas. Olores que hacen omitir cosas en los escritos. Olores que vaticinan encuentros que al mismo tiempo se sabe que son esperanzas camufladas en anhelos. Olores que se usan diariamente antes de salir a una mañana media oscura, fría y gris…
Era eso o escribir sobre canciones que activan la memoria.
Tuesday, July 01, 2008
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